Mis ancestros

21.03.2022

El término perro, dicho de forma coloquial, puede tener dos denominaciones científicas según se le considere bien una especie diferenciada "Canis familiaris" o bien "Canis lupus familiaris" si se acepta como una subespecie del lobo, pero en cualquiera de los casos lo que sí está aceptado es que deben estar encuadrados dentro de la Familia de los Cánidos y seguidamente en el género Canis.

En general no se ha tenido problemas en aceptar que nuestros perros proceden de una línea evolutiva de los lobos, pero quizás no hemos tenido la curiosidad de remontarnos a tiempos más lejanos, de millones de años, para ver cuál podría ser el ancestro más lejano al que podemos considerar como posible punto de partida y evolución que nos lleva a los perros actuales.

No se pretende en este artículo mostrar una rigurosidad científica, que evidentemente no tiene, sino recoger una serie de conocimientos  de lo que muchos científicos han investigado y publicado. Simplemente se trata de un resumen que ayude a todo el que se sienta interesado a disponer de un punto de inicio para consultar o profundizar en el tema  o simplemente al acabar de leerlo, que por lo menos nos haya sido entretenido, lo que a veces puede ser complicado ya que mucho de lo que se muestra puede ser complejo de seguir en cuanto a nombres y lineal temporal..

Debemos remontarnos unos 300 millones de años para encontrarnos con el que se puede considerar como el reptil herbívoro más antiguo conocido, el Gordodon kraineri, un reptil de unos 35 kilogramos de peso y 1,5 mts. de largo descubierto en 2013 en Estados Unidos. Su nombre proviene de la combinación de la palabra en español "gordo" y la palabra griega "odon" o diente, debido a sus largos y puntiagudos dientes en el extremo de sus quijadas. Otro aspecto significativo del descubrimiento es que se consideraba que los primeros herbívoros comían todo tipo de plantas, pero el Gordodon también ingería semillas y fruta como en la actualidad lo hacen muchos herbívoros  como los borregos, venados y conejos.

Si nos remontamos a los orígenes de los primeros mamíferos debemos retroceder unos 200 millones de años. Nos encontramos con los Mamaliaformes (morganucodóntidos), animales similares en forma y tamaño a las musarañas de hoy, con hábitos nocturnos. Serían animales insectívoros y buscaban su alimento a la vez que intentaban evitar a los depredadores que por lo general eran más activos durante el día. Es posible que dicha característica haya sido heredada por sus descendientes para evitar a los dinosaurios depredadores, aunque también es conocido que alguno de estos también eran nocturnos. Los Mamaliaformes ya tenían pelo, glándulas mamarias y todas las características que nos unen a todos los mamíferos; sin embargo, no había tantas especies como hay ahora. Tuvieron que pasar otros 140 millones de años, y la extinción de los dinosaurios, para que lograran la gran diversidad de formas y tamaños con la que ahora convivimos.

Si ya nos centramos en los mamíferos carnívoros debemos retrotraernos entre 40 y 50 millones de años. Es importante caer en la cuenta de que hablamos de una escala de tiempo de millones de años, lo que en nuestra escala temporal seguramente se nos hace  como algo muy, muy, muy lejano.

Serán estos "pocos" 150 millones de años en los que mamíferos herbívoros irán desarrollando unos dientes que sirven, originariamente, para triturar y masticar, y posteriormente, para cortar la carne. El mamífero carnívoro finalmente desarrollará cuatro dientes carniceros, de cuatro premolares superiores y de molares inferiores para realizar las labores carnívoras a la perfección.

Estudios recientes consideran que un fósil con una antigüedad de unos 55 millones de años descubierto en Bélgica, en la localidad de Dormaal, puede ser considerado como el antecesor de los carnívoros con el nombre de Dormaalcyon latouri. Se trataría de un animal de tamaño medio que vivía principalmente en zonas de densos bosques, moviéndose de un árbol a otro.

Evidentemente se trataba de un depredador con unos dientes de aspecto muy primitivo, y de una época muy temprana, por lo que se piensa que Dormaalocyon latouri está cerca del origen de las formas carnívoras, y que pudiera situarse en el norte de Europa y que se pudo extender ya que esta zona era  templada, con grandes extensiones de bosque que cubrían prácticamente todo el continente, y que conectaba con América a través de Siberia y el centro-norte de Asia.

Por otra parte, hace unos 50 millones de años aparecen los Miacis cuyo origen parece situarse en América del Norte y Eurasia y que fueron pequeños animales que se alimentaban de carne y que tenían garras extendidas, no retráctiles, lo cual nos hace suponer que vivían en los árboles, aunque otros investigadores aseguran que, aunque durante el día tuviera hábitos arbóreos, durante la noche dormirían en pequeñas madrigueras e incluso en el suelo.

De pequeño tamaño, unos 30 centímetros de longitud, los Miacis son considerados uno de los más antiguos y primitivos entre todos los carnívoros. Todavía poseía características arcaicas similares a las de sus antepasados Creodónticos, como un cráneo bajo y largo, un cuerpo alargado y patas cortas.

Posteriormente podemos destacar la existencia del Cynodictis proveniente del género extinto de mamíferos carnívoros de la familia Amphicyonidae y que se le considera el lejano antepasado del perro que vivió aproximadamente entre 25 y 60 millones de años. Poseía un cuerpo bajo, largo de unos 30 cm. y flexible, con miembros relativamente cortos, provistos de cinco dedos y dotados de uñas parcialmente retráctiles mostrando características muy primitivas.

Los Cynodictis tenían un hocico largo y alimentación carnívora y disponía de dientes como tijeras para cortar trozos de carne de los cadáveres. Vivió en las llanuras de América del Norte, pero los investigadores creen que podía trepar a los árboles en busca de presas. Como los perros, podía correr muy rápido y excavar de manera eficiente. Utilizó su velocidad para perseguir conejos y pequeños roedores, pero también pudo haber sido capaz de sacarlos de sus madrigueras.

Cynodictis vivió en las zonas abiertas de las semiáridas llanuras que eran atravesadas ​​por ríos. Utilizando sus habilidades de excavación, hacía sus guaridas en las riberas escarpadas, donde las madres Cynodictis daban a luz a una camada de alrededor de cinco cachorros. A veces las cuevas se inundaban y morían todos los animales dentro, encontrándose actualmente fósiles que así lo constatan.

Es importante destacar que hace unos 40 millones de años se produce la separación de los Cánidos y los Félidos y entre 26 y 38 millones de años empezaron a proliferar un gran número de animales carnívoros, debido, sobre todo a la creciente diversidad de vegetales lo que supuso una inmensa proliferación de especies herbívoras

Es el momento en el que podemos encontrarnos con el Hesperocyon, especie carnívora con un oído interno muy similar al de los cánidos actuales, lo cual parece confirmar su vínculo evolutivo y que se desarrolla en la zona norte del continente americano considerándosele según algunos investigadores como el antepasado más lejano del perro actual, aunque en la actualidad se trate ya de una especie totalmente extinguida.

Posteriormente al Hesperocyon es donde los investigadores plantean varias líneas evolutivas ya que, al estudiar los fósiles, los paleontólogos consideraron primero la línea evolutiva que nos lleva al Tomarctus como el ancestro del perro, aunque en la actualidad la mayoría de los científicos prefieren aceptar la línea que conduce al Leptocyon, al que se le sitúa alrededor de unos 18 millones de años.

El Tomarctus se piensa que era originario de América del Norte y se remonta a hace unos 20 millones de años. Tenía el morro largo, el cerebro muy grande y una complexión muy similar a la del perro moderno, así como una dentadura muy parecida y también pudiera ser la línea que lleva al nicho de las hienas capaces de triturar huesos.

El Leptocyon, se desarrolló en Norteamérica y vivieron entre hace 25 y 10 millones de años, tratándose de un pequeño género extinto de cánidos endémicos parecidos a un zorro, con el cuerpo pequeño y la mandíbula esbelta.

Si nos vamos aproximando en el tiempo nos encontramos con el que seguramente es el más antiguo representante del género Canis, el Canis lepophagus, conocido vulgarmente lobo devorador de liebres o coyote de Johnston (canis : 'perro', lepus: 'liebre' o 'conejo', sufijo -phagus:"comer"), que apareció en América del Norte 10 millones de años. Ya poseían una dentadura típicamente canina, miembros hechos para correr y una caja craneal netamente más desarrollada que la de sus ancestros. 

Era un animal pequeño de unos 17 kg. Su cabeza era pequeña y su hocico alargado y puntiagudo, sus cuartos traseros eran más bajos que los delanteros dándole una figura ligeramente inclinada, a diferencia de los cánidos contemporáneos de su época pero igual que los lobos y coyotes actuales poseía una mordida de tijera, no trituradora como se acostumbraba a ver en cánidos basales.

Es una especie extinta de mamífero carnívoro de la familia de los cánidos que habitó en la mayor parte de América del Norte hace entre 10 a 2 millones de años y se considera como la especie origen del género Canis.

Se piensa que el Canis lepophagus habría llegado a Europa por el estrecho de Bering y habría dado origen al Canis cipio, el ancestro del chacal, cuyos restos fueron descubiertos en España, cerca de Teruel, en un sitio arqueológico viejo de entre 6 y 9 millones de años y que recibe su nombre de Cipión, nombre de uno de los protagonistas canidos del Coloquio de los perros, Novela Ejemplar de Miguel de Cervantes.

Existe una gran controversia sobre si el género Canis existió antes en América del Norte, o si una variedad ancestral pasó el Antiguo mundo atravesando el estrecho de Bering, en una época en la que todavía no se había hundido, dando lugar a un Canis que, luego regreso a América del Norte. Canis cipio puede ser el representante más antiguo de la fauna europea que se diversificó dando origen al nacimiento de chacales y coyotes.

Si empezamos a centrarnos en el lobo como ancestro de nuestros perros lo que parece que es lo más aceptado buscaríamos sus orígenes en el Canis etruscus, que vivía hace dos millones de años y que ya es una especie extinta de canino endémica de la Europa mediterránea.

El lobo etrusco ha sido descrito como un pequeño perro parecido a un lobo con un hocico alargado, mandíbulas y pecho más grande más grandes que las de un lobo gris, y ha sido aceptado durante mucho tiempo como el ancestro de Canis mosbachensis que es el ancestro del Canis lupus, Lobo gris

Recientemente el descubrimiento de un Canis borjgali, con características cercanas a las de Canis mosbachensis, podría replantearse la idea de la evolución de Canis lupus tal como se considera hoy, invalidando la línea más aceptada de Canis etruscus - Canis mosbachensis - Canis lupus

En cuanto a nuestro Canis familiaris, apareció hace aproximadamente 10 mil años, es un salto de casi 2 millones de años, aunque queda la duda de si el verdadero ancestro del perro es el chacal, el lobo o el zorro.

El parentesco de estas tres especies, así como el hecho de que puedan procrear entre sí, hizo que se especulara con la posibilidad de que el perro fuese producto de un cruce de lobo y chacal.

En general lo más aceptado es la línea evolutiva trazada desde el lobo. Se ha descubierto en efecto recientemente restos de esqueletos de perros muy antiguos en una región en la cual no existían ni chacales ni coyotes, pero donde vivía un lobo de tamaño pequeño, considerado hoy en día como el ancestro de nuestro perro doméstico.

Asimismo, los científicos modernos consideran, no obstante, que el antepasado directo del perro es el Canis Lupus Pallipes, una variedad de lobo gris que aún existe en la actualidad en la India, Paquistán y en el Oriente Medio.

El llamado lobo indio fue descrito por primera vez en 1831 por el ornitólogo británico William Henry Sykes bajo el binario Canis pallipes. En 1941, Reginald Pocock lo subordinó a Canis lupus bajo el trinomial Canis lupus pallipes.

Con este resumen podemos hacernos una idea de lo complicado que es determinar científicamente donde se encuentra el origen real y cual o cuales han sido las líneas evolutivas que han culminado en nuestro Canis lupus familiaris, o Canis familiaris, pero lo que no cabe duda es que cualquiera que sea el caso, la asociación entre perros y humanos es muy antigua más de 10.000 años y en los que hemos asistido y seguimos viviendo a un proceso de domesticación y cruces muy importante dando lugar a multitud de razas que se han ido originando por las necesidades que los seres humanos hemos requerido (vigilancia, protección, pastoreo, compañía..etc) y que quizás pudiera ser motivo para un próximo artículo.

Juanvi, marzo 2022